Recuerdo todo lo que hizo desde que lo conoció. Estaba
triste, estaba decepcionada de sí misma, estaba pensando cómo podía ser tan
cobarde, tan tonta, tan …tan deprimente para la vida misma. Quería cambiar, y
estaba en proceso, acababa de perder una oportunidad y no quería que volviera a
pasar. Así que decidió que no ocultaría nunca más sus sentimientos, pero no
sabía que la vida le estaba deparando el reto más difícil en el primer intento.
Cuando lo vio por primera vez pensó en todo menos en
quererlo, pensó en trabajar junto a él, pensó en odiarlo, pensó todo realmente,
menos en amarlo. Así que solo siguió el camino que le colocaron enfrente sin
pensar, sin conocer, sin haber experimentado antes el engaño, y creyó. Y cuando
creyó fue peor, o mejor, porque estaba alegre, tenía ganas de sonreír, de esas
sonrisas de la que ella le hablaba, no las banales, ni las que se dan a las personas,
si no las que se dan a la vida. Ella pensó que por primera vez su corazón se
sentiría bien consigo y con el mundo, sin rencores, con mucha fortaleza, porque
sabía que sería fácil, lo supo mientras lo conocía, y mientras más lo conocía
más creyó en él. En el verdadero. Pero pronto notó que el mundo se le volvía difícil
otra vez, que sus razones de seguir, que lo que creía no era cierto, ni siquiera
él. Intentó seguir siendo honesta, hizo lo que nunca había hecho antes, le dijo
sus sentimientos sin ocultarle nada. En ese momento estaba más preocupada por
sus sentimientos que por los de él. Sí, en cierto modo fue egoísta, pero jamás
había tenido tantas ganas de ser sincera como en ese momento.
Ella no sabía que sus sentimientos no eran importantes para
él, solo tenía ganas de huir, se volvió inestable y empezó a luchar pero esta
vez consigo misma, pensando si debía seguir o no, si valía la pena o no, si el
corazón herido de un hombre podía curarse con su amor, porque ella quería
curarlo, quería por lo menos tranquilizarlo. Así que siguió, y entre dudas
conoció más de él, cada día era algo nuevo, a veces bueno y a veces malo, pero
siempre lograba sonreír.
Los meses pasaron y ella perdió las fuerzas, nunca entendió
que sentía por ella, pensó lo peor y lo más bueno, lo más triste y lo más
esperanzador, pero no estaba segura de nada, y decidió alejarse. Jamás quiso
odiarlo, jamás intentó nada contra él, solo quería evitar el dolor, solo quería
paz. Pero ella no sabía la verdad.
Aun con esperanzas, la vida le dio la oportunidad de conocer
lo que tanto tiempo le ocultaron. Y eso destrozó su corazón. Temblaba, no podía
creerlo, no, no podía. Pero era real. Recordó todo y se dio cuenta de detalles
que no había notado antes, se lamentaba, de lo tonta que había sido, pero no
podía evitar nada. Entonces tomó una decisión. Se dio cuenta que no podría
enfrentarlo, tenía miedo de llorar frente a él y no poder decir nada, tenía
miedo y rabia; y decepción... sentía cosas que jamás imaginó. Así que decidió
alejarse lo más que podía, hasta que su corazón se calmara lo suficiente para
encontrar las palabras exactas que quería decir.
No importa si pasan meses, o años, algún día, le gustaría
volverle a sonreír.